Fig 1 |
Fig 2 |
Observar al observador, al espectador que busca la obra de arte con la mirada, y que, a veces, como Velázquez en Las Meninas, entra a formar parte de ella al percibirla.
En Amsterdam, Ruskin mira a Rembrandt con tal intensidad, que su mirada, la única que se ve en el museo, suprime a todas las demás: "parecía como si los lienzos de Rembrandt se hubieran convertido en algo más digno de ser visito después de que Ruskin, venido desde tan lejos, hubiese entrado en la sala" (Marcel Proust) .
En Vértigo, Hitchcock nos hace mirar a Kim Novak -Madelaine- mirando el retrato de Carlota Valdés en el Museo de la Legión de Honor de San Francisco para comunicarnos algo que no vemos (figura 3).
El fotógrafo Thomas Struth sorprende a los turistas en la Galería de la Academia de Florencia. Es posible saber cómo es una obra de arte sólo por la impresión que causa en los demás, nos recuerda Svetlana Alpers recordando a Lacan.
En La Efímera del año 2015 (fig 1), sabemos cómo es una encuadernación de Hugo Liesen, aunque no la veamos del todo. Los ojos unánimes de las tres mujeres que la examinan son más importantes que el objeto mirado.
En la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica de Santiago de Chile (exposición de encuadernaciones artísticas de 2018), la actitud de un espectador escrutando los libros tras la vitrina es la única respuesta posible a un arte de lo mínimo, del gesto concentrado sobre la materia, de lo que se ausenta del tráfago...
Fig 3 |
Mirar a quienes miran... descubriendo nuevos placeres...
ResponderEliminar