En el pequeño y exclusivo mundo de la encuadernación de arte española todo el mundo conoce a Ana María Ruiz-Larrrea
(1947). Es, quizá, la figura más carismática de la encuadernación española del siglo XXI, la profesora de encuadernación por antonomasia, una excelente enseñante a juzgar por los testimonios de sus muchos alumnos sobre los que a veces ha influido de forma más que determinante.
Ruiz-Larrea personifica la ruptura con el anquilosado mundo de la encuadernación española del siglo XX (dominado por las glorias petrificadas de Antolín Palomino y Emilio Brugalla), un nuevo modo de comunicar la cultura ligatoria ajeno a los secretismos de antaño, pero encarna también la estética contemporánea, la ruptura con la repetición de los grolieres, canevaris, padelopus o sanchas, el dinamismo puro de la acción porque la suya es una trayectoria jalonada por innumerables inciativas asociativas, por la organización de exposiciones y encuentros entre encuadernadores y por un sinfín de actividades para fomentar la encuadernación de arte.
Tras estudiar historia del arte en Madrid, Ana Ruiz Larrea descubre la encuadernación en 1979 gracias a su madre y a una
amiga alumna del encuadernador tradicional Ladislao Álvarez. En 1981 viajó Bruselas, donde conoció a Christine Léonard (1949), una encuadernadora de la que recibió clases particulares y que le ayudó a preparar el difícil examen de ingreso en la Escuela de La Cambre de Bruselas, que aprobó en 1984. Junto con Liliane Gérard y Jacqueline Liekens, Léonard había sido una de las alumnas belgas predilectas de Micheline Bellefroid (1927-2008), profesora y "dama de hierro" de la encuadernación en Bélgica, una persona que dejó huella en una generación por más que algunos de sus discípulos criticasen su severidad y rigorismo técnico. Como Léonard, Ana Ruiz Larrea tuvo la suerte de tenerla como profesora y esto ocurrió entre los años 1983 y 1986.
Micheline será recordada por la invención del papel kromekote, por la terminación de "cuerpos de obra" técnicamente irreprochables, por haber incorporado a sus encuadernaciones los drippings de Jackson Pollock, las caligrafías japonesas de Wols, los motivos del pintor Georges Mathieu y también por su diatriba contra los que ella llamó “encuadernadores de arte" o "decoradores de libros” obsesionados, según Micheline, con ser considerados artistas antes que encuadernadores porque descuidaron las prácticas tradicionales del oficio en aras de la libertad absoluta en el diseño (Micheline polemizó sobre la cuestión con el encuadernador británico Philip Smith en un artículo: "Assez de reliures décorées!"). Frente al ego del artista que se afirma por la extravagancia formal y el libro-objeto, Micheline, alejada de la suntuosidad visual "a lo Paul Bonet", "a lo Philip Smith", nunca dejará de afirmar que el encuadernador no es más que un artesano que practica el "arte de la encuadernación" y no la "encuadernación de arte", que está al servicio del la literatura y del libro.
Maqueta de una encuadernación de Micheline de Bellefroid |
Cuaderno de notas de Micheline de Bellefroid sobre el papel Kromekote |
En el decorado, la armonía entre los colores, que nunca desentonan (más cercana aquí Ana Ruiz Larrea de la elegancia discreta de Rose Adler que de los decorados apabullantes de Paul Bonet), relaciones metafóricas con el texto, la representación siempre alejada de lo figurativo, el programa de la Société de la Reliure Originale... Pero aquí también está presente Micheline: "Cuando recibo un libro para encuadernar, lo examino rápidamente, vuelvo después sobre él, leo ciertos pasajes, los dejo madurar en mi imaginación. Apenas me formulo mis impresiones, pero las dibujo a lápiz. Y, finalmente, poco a poco, surge una maqueta en color que someto a la aprobación del cliente. Discutimos sobre ella juntos. Después, me pongo a pensar..."
En las encuadernaciones de Ana Ruiz Larrea la forma del libro queda intacta, pues esta encuadernadora ha renunciado a las experimentaciones sobre la estructura (emprendidas por Jean de Gonet), sobre la forma (que obraron Daniel Knoderer y Jan Sobota) y a la alteración de la forma del paralelepípedo. Como era de esperar, desaparecen los pequeños hierros en beneficio del mosaico, se apuesta por el geometrismo déco estilizado por Van de Velde y por el elegante decorativismo contenido de Creuzevault. Los diseños de Ana Ruiz Larrea, que el interesado puede ver en el sitio de Michéle Garrec (michelegarrec.com), en la foto de abajo y al final de este artículo, son abstractos, racionalistas, de formas depuradas, siempre animados por un grafismo espontáneo y vivaz y por unos colores agradables a la vista.
Ana Ruiz Larrea y Micheline de Bellefroid en el año 2000 |
Encuadernación de Ana Ruiz Larrea terminada en 2013. Box con incrustaciones de piel de anguila |
Antes de establecerse en la región de París en 2003, Ana Ruiz-Larrea había introducido en España la idea de modernidad, y en cierto sentido la había monopolizado. Seguramente europeizó la encuadernación española, porque rompió con la secular confusión entre los oficios de restaurador y encuadernador y con el dorado de pequeños hierros y la impresión con plancha, también porque, sin contar con ayuda oficial, al doblar el siglo XX, trajo a los talleres de Madrid a algunos de los encuadernadores europeos más innovadores, entre ellos al belga Edgar Claes (autor de encuadernaciones de policarbonato), al imaginativo y versátil Florent Rousseau (papeles decorados), a Jacky Vignon (inventor de estructuras trenzadas) y al destacado grafista François Brindeau (con quien hoy comparte taller), profesor en la Escuela Estienne formado con Jean de Gonet.
Ana Ruiz Larrea en su taller |
Encuadernación de Ana Ruiz Larrea terminada en 2013. Box, mosaicos incrustados y bombeados de cabrito y peiles impresas con cuadros de Palladio |
Estos cinco encuadernadores de arte conforman hoy el autodenominado Grupo Cinco+. Pero la influencia de Ana Ruiz Larrea ha sido reconocida también por una nueva generación de encuadernadores: Carlos Sánchez Álamo, Gonzaga Gil-Delgado Friginal, Ana Prada, Marielle Zaraluqui, María Francisca Rein-Duffau, Miguel Peréz Fernández, Juan Antonio Fernández Argenta, Zigor Anguiano, Helena Jiménez de Aberasturi, Paz Alomar, Paz Gancedo, Gonzaga Gil-Delgado, Ángel Gómez Pinto, Blanca-Jacob Ernst Escario, Concepción Luna Sánchez Álamo…..
Muy buen artículo y espectaculares diseños de encuadernados. Saludos a Ana desde Texas, de Rafa Juárez (quien diseñó el logo ARL que aparece en este artículo, hace ya más de 30 años).
ResponderEliminarHola!! disfrute mucho leer este articulo sobre LARRREA. Una hermosa forma de hablar de su trabajo y su esfuerzo por mostrar su visión de la encuadernación. =)
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