De una atenta lectura de algunos de los manuales de encuadernación escritos por los artesanos ligatores (entre ellos se cuentan los de Mario Monje, Sabrel, Emilio Brugalla, José Cambras Riu, pronto quizá el de Carlos Vera Carrasco, que editará Julio Ollero) podemos deducir una imagen absolutamente veraz de la realidad de lo que llamamos encuadernación. Nos dan, seguramente, una imagen mucho más fiable desde el punto de vista material que la iconografía meramente representativa que emerge para nosotros de la lectura de la historiografía ligatoria al uso, la que ha salido de la pluma de algunos importantes bibliófilos (como Miquel y Planas en la primera mitad del siglo XX) o de eruditos bibliotecarios (como Matilde López Serrano en la segunda mitad del siglo XX) . Más exacta también que la iconografía ligatoria que en el día de hoy nos trasmiten ciertas bases de datos de encuadernaciones, que han nacido en los últimos años con la ambiciosa pretensión de abarcar en tiempo real la totalidad y que llegan, a través de la navegación internáutica, a nuestras pantallas globales informadas por la opresiva ideología del inventario.
Ante esta realidad, cabe preguntarse por qué hemos de preferir al palpable objeto real de la artesanía, a su contemplación aurática, una biblioteca de fantasmas virtuales fotográficos que amplifican el libro hasta el infinito pero que desvirtúan su contemplación individual. ¿Hemos de anteponer el museo fotográfico y democrático de la picture gallery de la British Library Database of Bookbindings a la contemplación de la interesante cualidad icónica tridimensional, a la volumetría del paralelepípedo encuadernado? La polémica no tiene nada que ver –en uno de sus extremos- con el fetichismo del objeto (sambenito que pesa sobre los bibliófilos ) o con lo que algunos llaman despectivamente efectos pintorescos de la antigualla sobre una bibliofilia tildada a menudo de anacrónica. Este asunto más bien ha de relacionarse con una adecuada y necesaria puesta en valor del artefacto ligatorio dentro del mundo del arte. Daremos un ejemplo.
Los coleccionistas de 1910-1920 admiraron en las célebres encuadernaciones Peacock o "pavo real" de la casa londinense Sangorsky & Suttclife la deslumbrante construcción de un trabajo minuciosísimo ejecutado sobre y con la materia.
Vieron en ellas las relumbrantes mil piedras preciosas montadas en oro sobre el Rsyiyyàt, de Omar Khayyàm, sus incrustaciones de plata, perlas, ébano, marfil, amatistas, rubíes, olivinas, granates, turquesas, topacios y una esmeralda. Pudieron apreciar en este tesoro, hundido para siempre en 1912 con el Titanic en las aguas del Atlántico, una especie de caparazón cubierto con incrustaciones diamantinas que, a semejanza de la tortuga de De Esseintes, que, a su paso, hacía revivir a los ojos del protagonista de A rebours los colores de una alfombra persa; percatarse también de que tenían ante sí un ensamblaje de maravillas que eran enemigas mortales y rivales entre sí porque no estaban emparentadas por ninguna correspondencia, un ecléctico harén de sultán otomano que seguramente Paul Valéry habría considerado poco agraciado a causa de su propio exceso y por su obsesión por “cosquillear la sensualidad de nuestras pupilas”, como diría Carlo Carrá.
Pues bien, estos y otros juicios estéticos sobre los libros bellamente encuadernados no habrían podido aquilatarse con tanto fundamento y tino si solo hubiéramos contemplado estas pedrerías del “Gran Omár” en la pantalla de nuestro ordenador. La imagen realmente fiable y sugestiva de una encuadernación no tiene por qué depender del número de píxeles de una fotografía. Nuestro juicio sobre la belleza de un libro encuadernado ha de ser la consecuencia de la observación directa del objeto, pues solo ella permite dilucidar con toda seguridad si éste reúne o no los factores múltiples que conforman lo que podemos llamar estética de la técnica ligatoria. No es fácil agotar la enumeración de estos factores: las correspondencias de proporcionalidad entre una cabezada y un lomo, la relación entre una apertura fácil, la flexibilidad de un lomo y la adopción de una u otra tipología de costura, la reacción de un producto químico a la textura de un soporte, en el caso de pintar o teñir la piel para obtener veladuras,
la aceptación y la conciencia de las diferencias entre los efectos de una sola pintura o teñido cubriente y varias capas de pintura translúcida.
Con todo, dado que el libro bellamente encuadernado es a menudo un artefacto exclusivo y de complicado acceso, patrimonio de unos pocos y a menudo adinerados mecenas, las bases de datos y sitios web que divulgan su imagen nos sirven sin duda como guía (quizá como consuelo) para saber de la existencia de un objeto escasamente y mal conocido.
En España los esfuerzos más logrados por hacer accesibles (siempre con estas limitaciones) las encuadernaciones antiguas al gran público es el "Catálogo en línea de las encuadernaciones de la Real Biblioteca de Madrid" (BDRB), un sitio web con datos identificativos del ejemplar y específicos de cada encuadernación (también de sus hierros) , donde se identifican bellas encuadernaciones patrimoniales de los siglos XVI-XIX: no se pierdan, entre otras muchas, las reproducciones convencionales de las cubiertas de las encuadernaciones terminadas por Antonio Suárez Jiménez, taller de los Ginesta o Pedro Pastor. Hay que lamentar, sin embargo, que en este caso, como en el de la British Library, la presentación fotográfica de las encuadernaciones quede circunscrita a la visión del plano delantero de cada libro: esto priva al internauta de la posibilidad de poder imaginar la interesante cualidad volumétrica connatural al paralelepípedo que es todo libro encuadernado, lo que no sucede en otros sitios web dedicados a la encuadernación.
Así, hace muy poco UNIKA BOOKS, una galería de arte creada por el editor Juan Carlos Solís orientada exclusivamente a libros con encuadernaciones de arte de los siglo XX y XXI, ha abierto un sitio web que solo podemos calificar de excepcional (unikabooks.com). Por primera vez en España es posible ver on line en fotos de alta resolución una selección de lo más granado y creativo de las encuadernaciones españolas y latinoamericanas de hoy. La calidad y variedad de las imágenes de esta página nos deja deducir no solo las cualidades volumétricas de cada ejemplar, sino también los aspectos técnicos que han presidido su construcción.
Una descripción impecable en tres idiomas de los ejemplares, una acertada selección de los artistas del libro, el buen hacer de la fotógrafa Paz Guillén, actúan de consuno para mostrarnos con eficacia indudable cómo es la realidad del libro abierto, su apariencia cerrada, cómo sus lomos y cortes han sido decorados, intuir también sus costuras, ver las escartivanas (figura abajo), apreciar con bastante claridad los alto y bajorrelieves gracias a audaces fotos transversales…
Estas fotos también nos dejan especular sobre el asunto (fundacional en todo diseño de encuadernación, que por ello deja de ser una actividad inocua realizada por un menestral solo contratado por su habilidad) de las relaciones que los decorados de las encuadernaciones fotografiadas mantienen con las ilustraciones del libro, pues éstas también han sido reproducidas:
En la imagen de abajo, las “palabras en libertad” de Juan Antonio Fernández Argenta, entre los encabalgamientos tipográficos de Raoul Haussmann y el cuidadoso caos de Robert Rauschenberg, dialogan con los poemas en prosa de Baudelaire: letras para ser vistas y para ser leídas al servicio de una estética cubista de lo discontinuo que rompen con el sistema morisoniano de la geometría axial.
En la siguiente ilustración, los negros litográficos de Antonio Saura improntan los elegantes decorados de la encuadernadora Guadalupe Roldán. Esencialismo despojado con recuerdos de Palazuelo y de la escultura vasca de hierro del siglo XX, en especial de Eduardo Chillida
El refinamiento oriental recreado por Eduardo Giménez Burgos a base de maderas exóticas dan una réplica oportuna a un Quijote Samurái. El japonismo siempre ha estado presente en la decoración de las encuadernaciones desde el Art Nouveau.
Veremos también en la página de Unika Books los libros encuadernados por Andrés Pérez-Sierra. En ellos el análisis de los materiales, el cálculo de sus resistencias y la física del libro, con la referencia del diseño industrial, dan como resultado un artefacto constructivo perfectamente ensamblado.
Podremos disfrutar también en este sitio de las encuadernaciones de Dolores Baldó y Eduardo Tarrico. Pronto quizá de las de Zigor Anguiano (guiños a los libros de artista) , de los delicados diseños de Sol Rébora y las armonías cromáticas de la etapa parisina de Ana Ruiz-Larrea a cuyo través es posible que entren también en esta excepcional galería de imágenes los refinamientos formales de la ligatoria francesa de hoy: François Brindeau, Philippe Fié, Florent Rousseau, Sandra Aftalion, Louise Bescond, Anne Leméteil… Habrá que esperar.
El proyecto de UNIKA BOOKS, primera galería de arte dedicada exclusivamente a las artes del libro del siglo XX, es un empeño pionero en España que sin duda contribuirá a conformar entre los bibliófilos españoles un gusto fundamentado sobre qué es o ha de ser un libro bellamente encuadernado
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