¿Qué es l´Éphémère ? Un acontecimiento capital para el libro de arte europeo contemporáneo. Se llama así porque solo dura unas horas, una reunión breve pero intensa. Lo organiza la Association des Amis de la Reliure Originale (ARO), una entidad fundada en 1945 que desde ese año promociona la encuadernación de arte original fomentando los encuentros entre bibliófilos y encuadernadores. Durante muchos años se celebró en la Biblioteca Histórica de la Ciudad de París bajo la éjida de su conservador, Jean Dérens, pero hoy abre sus puertas en la alcadía del distrito VI de París.
En l' Éphémere los bibliófilos dialogan y cambian impresiones con veinticuatro encuadernadores de estética contemporánea, quienes presentan al público sus últimas creaciones y las comentan a quienes se lo piden. El encuadernador sale de su taller, socializa su trabajo. El bibliófilo alimenta y dialoga con él su pasión por los libros bellos. Cada encuadernador acude a esta cita con cinco o seis de sus últimas creaciones (porque sin originales), ls presenta encima de una mesa y explica sus características. La encuadernación no solo se hace visible, sino sobre todo accesible como tangibilidad material. Son muchos quienes ya están cansados de solo contemplarla tras una vitrina, en la foto de un catálogo o en la pantalla de su ordenador.
¿Quienes participan en el evento? ¿Quién decide qué encuadernadores pueden concurrir? Parece determinante, dentro del ARO, la opinión de Claude Blaizot, prestigioso heredero de una dinastía de libreros parisinos especializados desde hace tres generaciones en la encuadernación de arte. Leamos la lista de los expositores. Predominan los encuadernadores francófonos (franceses, belgas y suizos): Annie Boige, Brigitte Benoist, Hélène Segal, Daniel Knoderer, Florent Rousseau, Claude Debras, François Brindeau, Jean Luc Honegger, Philipe Fié, Louise Bescond... Entre los extranjeros solo tienen o han tenido cabida los relacionados con el medio bibliófilo parisino. Como en tiempos de Beraldi, la ciudad del Sena hoy es todavía la capital mundial de la encuadernación. El español Carlos Sánchez Álamo y la japonesa Nobuko Kiyomiya, cuyas encuadernaciones hemos visto en las tres últimas sesiones, se han formado en París (École Etienne, Vesinet). La española Ana Ruiz-Larrea, asidua a la reunión, formada en Bruselas con Micheline de Bellefroid, ha afianzado en los últimos años sus lazos con la bibliofilia francesa. Pero en l' Éphémere (donde casi todo es bueno) echamos en falta al algún encuadernador de calidad residente en Francia (como la húngara Sün Evrard), a los encuadernadores canadienses de Quebec (bajo el magisterio de Odette Drapeau), a los italianos (bajo la sombra del libro futurista) y a los alemanes (Otto Dorfner y la sobriedad Bauhaus nunca han gustado en Francia). Una excepción: Mechthil Lobisch, artista conceptual del libro alemana, que ha vivido algunos años en París y estudiado en Bruselas con Micheline de Bellefroid, tiene, sin embargo, reservada una mesa en este encuentro (ver figura). Tampoco están representados los Designer Bookbinders, quizá porque la deliberada aparatosidad artística de algunos encuadernadores británicos (Philip Smith a la cabeza) siempre ha chocado con el formalismo, esprit de finesse y formas depuradas y contenidas preconizadas desde antes de mediados del siglo XX por Paul Bonet y sus acólitos de la Société de la Reliure Originale. El buen gusto francés funciona en este caso como contención expresiva, índice de calidad e imposibilidad de traspasar unos moldes preestablecidos.
La encuadernación española autóctona también brilla por su ausencia. En Francia es una gran desconocida (pero también lo es para la mayoría de los bibliófilos españoles). ¿Escasa promoción institucional? ¿Inoperancia asociacionista? ¿Gustos anacrónicos de buena parte de la bibliofilia española de hoy? Sin embargo, algunos de nuestros encuadernadores han terminado en los últimos años trabajos que pueden saltar con creces el listón de lo que en París se ha llamado reliure original, es decir, una encuadernación que renueva el concepto tradicional del oficio, los métodos habituales de construcción del libro y aboga por unos diseños de decoración que integran los motivos tradicionales con los de la vanguardia del arte gráfico. Aquí es obligado recordar, por su creatividad y buen gusto, las encuadernaciones de Juan Antonio Fernández Argenta: el IV Congreso Nacional sobre bibliofilia y encuadernación artística, que ha de celebrarse en Cádiz esperamos que pronto, nos permitirá hacernos una idea cabal de las aportaciones de este encuadernador y dorador cuyos expresivos diseños tipográficos convierten a la cubierta del libro en el escenario privilegiado donde, en la estela de Monique Mathieu, se desarrolla un diálogo fructífero entre la materia bruta y sus accidentes deliberados. Tampoco debemos olvidar las encuadernaciones de Guadalupe Roldán -decorados esenciales, despojados de elegante bicromía con ecos de Saura, Chillida y Oteiza-, Eduardo Giménez Burgos, Obradoirio Prenumbra, Andrés Pérez Sierra, Dolores Baldó, por solo citar los creadores españoles más destacados en el día de hoy. Las innovaciones en la construcción espacial del decorado del libro que han llevado a término estos artistas españoles del libro, evidentes y valiosas, no han venido, sin embargo, acompañadas de experimentaciones con la estructura del paralelepípedo o de la invención pura de estructuras ligatorias innovadoras ni de un tratamiento especial de los materiales en función del decorado. Estas vía de desarrollo no nos parecen con todo absolutamente imprescindibles para concurrir y ser recibido en los foros internacionales.
L´Éphémere es una expresión acabada de lo que podemos llamar sociabilidad bibliófila (¿un invento francés?), algo que los españoles ignoramos hoy por completo, y sin embargo desde el Renacimiento las encuadernaciones materiales han sido posibles gracias a la intervención coordinada y mancomunada de una pluralidad de actores: diseñadores, faconniers, decoradores, doradores, cosedores, mamoreadores, encuadernadores propiamente dichos, además, por supuesto, de los mecenas que animan todos estos trabajos con su dinero, gusto y solicitaciones. La encuadernación, que es resultado, como una catedral gótica en miniatura, de este encuentro de voluntades, necesita de reuniones como l´Éphémère. De ellas depende la subsistencia de un oficio que hoy sobrevive cada vez con mayores dificultades.
Monique Mathieu (a la derecha) ha traducido a decorado la mejor poesía francesa del siglo XX. En esta foto aparece con el bibliófilo gaditano Diego Martínez Casado en l´Éphémère del año 2013
Monique Mathieu (a la derecha) ha traducido a decorado la mejor poesía francesa del siglo XX. En esta foto aparece con el bibliófilo gaditano Diego Martínez Casado en l´Éphémère del año 2013
)
Las encuadernaciones de Louise Bescond que pudieron verse en la l´Éphémere de 2013 evocan las esculturas de Richard Serra y la rugosidad de los lienzos de Dubuffet y Antoni Tapies.
Mechthil Lobisch con sus encuadernaciones conceptuales, esenciales, minimalistas ... |
Encuentro visual con el libro encuadernado |
Diálogos entre bibliófilos y encuadernadores |
Una de las encuadernaciones presentadas por Ana Ruiz-Larrea en la Efímera de 2012. Aúna eclecticismo, equilibrio formal y elegancia cromática con un sensible tratamiento de las pieles |
Me encanta. Gran artículo. Gracias
ResponderEliminar