Pierre Legrain, precursor de la modernidad en la decoración exterior de los libros, después de él Paul Bonet y Rose Adler, los decoradores más creativos de la Société de la Reliure Originale, guían a José Galván Rodríguez hacia la encuadernadora que sin duda cambia el rumbo de su carrera: Thérèse Moncey (1899-1992).
Galván descubre los diseños de Moncey en 1959 cuando lee en casa del bibliófilo jerezano José María Jurado la obra de Emilio Brugalla La encuadernación en París en las avanzadas del arte moderno (1954). En este libro Brugalla, parafraseando a André Maurois, describe las encuadernaciones de Moncey como “idealizadas por su gusto depurado y exquisito que ceden su forma material y alcanzan las más altas cotas de lo sublime” y reproduce dos de ellas.
En una encuadernación del año 1963 sobre un manuscrito autógrafo, el Diario de Micaela Aramburu (Figura 32), series simétricas de hilos de oro paralelos y en curva corren en torno a un cartucho central decorado con un motivo caligráfico realizado con filetes y arquillos dorados sobre un mosaico verde claro. Las iniciales, apenas visibles, toman como referencia la multiplicidad con la que Paul Bonet grababa alfabetos dibujados por él mismo en los que restableció las líneas curvas y dio a la letra un aspecto grotesco.
Composición más compleja con hilo de oro adorna Les Comarques del principat, de Josep María Espinàs . El diseño está compuesto por arquillos y líneas onduladas doradas que acompañan a pequeñas figuraciones inspiradas en las calcografías con las que Jaume Pla (1914-1995) ilustró esta edición.
El hilo o filete de oro está presente en forma lineal en la cubierta del libro del poeta sevillano Fernando Villalón (1881-1930) La Toriada: son aquí líneas rectas que irradian desde un círculo central o gran disco solar. Galván ha observado los diseños irradiantes dorados de Paul Bonet del año 1935 ejecutados por sus colaboradores, los doradores Roger Arnoult, Robert Cochet y Charles Collet, donde líneas doradas muy próximas entre sí surgen de un círculo situado en el centro de la cubierta, se ha dejado seducir por esta abstracción geométrica que ha entendido como realización acabada de una ciencia de la belleza que expresa orden y armonía .
Debe notarse con Jules Fache que cuando el hilo de oro no parte en estos diseños irradiantes de un mismo centro (en las llamadas decoraciones radiales), sino que deja una pequeña separación entre dos arranques, a mayor separación corresponde una mayor ilusión de movimiento.
Todas estas composiciones “al estilo Moncey” formadas por filetes dorados irradiantes, sus líneas de oro de arranque radial o divergente, estos trazos fugaces proyectados hacia límites circulares o elípticos, crean en la mente del espectador sugerentes contornos simbólicos, producen un efecto óptico de convexidad o de concavidad, de rotación, de movimiento oscilatorio acentuados por la brillantez del oro por efecto de la refracción.
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