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Bonjour tristesse de Françoise Sagan


Encuadernación de arte del taller Galván


Este  viernes aportamos un ejemplo de relación dialógica entre el texto de un libro y su encuadernación. El intercambio adecuado entre ambos    produce lo que se llama una encuadernación original en el sentido que da a esta expresión la crítica francesa desde los años 1940 (reliure original) y que Emilio Brugalla resume como "la relación que proviene de la imaginación creadora del artista modelada por la plástica contemporánea, fuertemente impregnada por ella y puesta al servicio de una obra literaria para así condensar su esencia en una combinación de líneas y colores".



La encuadernación elegida para ilustrar el concepto ha sido terminada en el taller de la familia Galván de Cádiz, uno de los tres grandes  de la encuadernación española de la segunda mitad del siglo XX,  y cubre una edición    de la novela  Bonjour tristesse  de Françoise Sagan ilustrada con  puntas secas originales del pintor  Emilio Grau Sala (1911-1975)  y editada por Marcel Lubineau.



Uno de los 500 ejemplares de la Edición de Marcel Lubineau de Bonjour tristesse de Sagan : las puntas secas de Grau Sala inspiran el decorado de los hermanos Galván.







Los hermanos Galván en su taller


Emilio Grau Sala 

Françoise Sagan 


Veamos las influencias de este decorado (figura de arriba) : está, por un lado, el postimpresionismo francés de  Bonnard, Vuillard y Dufy que llega a la paleta   de  Grau Sala,  pintor catalán afincado en París entre 1940 y 1970:   evoca el escenario mediterráneo donde se sitúa la novela de Sagan. Ironía, gracia expresiva, delicadeza, desenfado, joie de vivre, donaire, vivacidad de colorido, sensualidad oriental tamizada por el fluido arabesco, limpidez y alegría en los colores, alacridad del toque, matices gráciles y “ plasticidad alígera” son algunos de los rasgos que comparten el texto de François Quorez y la plástica de Grau Sala. La decoración de Galván ha subrayado la simbiosis texto-ilustraciones mosaicando el nombre del pintor en la zona inferior del lomo y recreando en las dos cubiertas los espacios físicos donde se sitúa la novela.

En  la novela de Sagan el escenario principal es una villa de la Riviera francesa, entre Saint-Tropez y Cannes hacia 1954, donde Cécile, una joven de diecisiete años, pasa sus vacaciones de verano con su padre. La decoración de esta encuadernación recrea la ventana acristalada multicolor de esta villa.  Dado que otras escenas de la novela tienen lugar en las cercanías marítimas de la casa, el decorado alude, en la zona inferior, al mar, a las gaviotas, a los veleros y a las olas en movimiento. Leemos en la novela: « Mon pére avait loué, sur la Méditerranée, une grande villa blanche, isolée, ravissante, dont nous rêvions depuis les premières chaleurs de juin. Elle était batie sur un promontoire, dominant la mer, cachée de la route par un bois de pins; un chemin de chèvres descendait à une petite crique dorée, bordée de rochers roux où se balançait la mer » . Dentro de la villa los lugares donde se desarrollan las escenas esenciales de la trama –los conflictos psicológicos entre Cécile y Anne- son la terraza y el dormitorio de la primera. Sólo la terraza ha sido aludida por la decoración mientras que el dormitorio (espacio personal por antonomasia) ha sido sustraido a nuestra vista. La playa, el sitio donde tienen lugar los cambios de actitud de Cécile para con su padre, es imaginada por su proximidad al mar representado. El pinar, el casino de Cannes y la ciudad de Saint-Raphael desaparecen  por ser escenarios secundarios.

El Mediterráneo de Pierre Bonnard 
A esta reproducción mimética de los lugares que describe Sagan acompañan en este decorado del taller Galván las alusiones generales al “pequeño mundo” de la novelista francesa: la vida fácil, la vida soñada más que vivida, los veraneos dorados, la presencia del mar, su ritmo incesante, el cielo azul, la fascinación por la vida superficial, la energía vital elemental… La vivaz luminosidad de los colores traduce la idea saganiana de la felicidad durante la juventud asociada al verano así como su fascinación por las evidencias inmediatas y sensoriales (“un peu de soleil dans l’ eau froid”), por los amores fugaces, por la vida despreocupada; refleja también la sensualidad a flor de piel de la adolescente Cécile, incapaz de decidirse por un modo de comportamiento maduro, pues las únicas realidades que le interesan son “el calor provisional de una mano”, la rápida aprensión de la existencia y lo fugitivo de la alegría”. En los colores vivaces de esta decoración, próximos a la paleta de Dufy,  el taller Galván  han reflejado una sociedad primaria donde la vida, representada por una rayo de sol oblicuo y cálido, no tiene otra función que la de ocultar la vaciedad de la existencia: “Et ce masque delicieux, un peu primaire, bien sur, mais qui correspond chez moi à des goûts evidents: la vitesse, la mer, minuit, tout ce qui est éclatant”.
Raoul Dufy: los Galván recrean el ambiente mediterráneo de François Sagan  

El fondo azul de Dufy y  la silueta de los veleros reaparecen en el decorado de los hermanos Galván.
Vemos, en fin, que los hermanos Galván  en esta encuadernación han puesto  en marcha diversas formas de comunicación entre la palabra escrita y  la representación plástica, un conjunto de transferencias entre palabra e imagen: es la tradición del poema pintado o de la pintura colmada de escritura impresa presente en los  caligramas de Apollinaire que continúan por otras vías Picabia, Magritte y Antonin Artaud y que halló reflejo en el movimiento ultraísta con Norah Borges, Robert y Sonia Delaunay, Pankiewick y Francisco Santa Cruz, quienes siguen los pasos del pintor Joaquín Torres García o de los escritores José María Junoy, Valentín Solé del Sojo, Joaquín Filguera y Juan Salvat Papasseit.

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