Una imagen vale más que mil palabras. Al bibliófilo, de pie, no le ha dado tiempo a calarse sus gafas. Esclavo de su pasión, rostro demacrado y carnes enjutas, no sabemos si dobla las piernas acuciado por el peso de los libros que se le salen de los bolsillos o si trata de sujetar con los muslos el enorme in-folio que se apoya sobre su vientre.
En este encuentro furtivo entre dos pasiones, el librero, bibliopola ávido de dinero, calcula con la mirada la debilidad enfermiza de su más que probable comprador. Un año después de la Revolución Francesa y del final muchas bibliotecas aristocráticas, la encuadernación mosaicada que descansa en el empedrado sobre su canto inferior indica a las claras la vigencia (sin duda problemática) del los hermosos y denostados libros suntuarios del Antiguo Régimen.
En este encuentro furtivo entre dos pasiones, el librero, bibliopola ávido de dinero, calcula con la mirada la debilidad enfermiza de su más que probable comprador. Un año después de la Revolución Francesa y del final muchas bibliotecas aristocráticas, la encuadernación mosaicada que descansa en el empedrado sobre su canto inferior indica a las claras la vigencia (sin duda problemática) del los hermosos y denostados libros suntuarios del Antiguo Régimen.
Buenisima imagen, me gustaria saber ¿de quién es la ilustración? o si ¿tienes más datos de ella?
ResponderEliminarMuchas gracias por tu articulos y ensayos, son un gran apoyo para este hermoso trabajo.
Un abrazo
Gracias por tu lectura. Para esta imagen y otras de este tema te aconsejo el libro "Bibiliopola "de Siegfred Taubert
ResponderEliminarUn saludo
José Luis Checa
gracias
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