La necesidad de recubrir los libros con una encuadernación o capa protectora viene de la naturaleza: coleópteros, crustáceos, quelonios, dasipódidos son animales que defienden y articulan su organización funcional mediante una coraza. Del mismo modo, la en- cuadernación articula el uso del libro, lo defiende y aisla de su entorno ambiental, como una coraza o una armadura, y trata de relacionar (no siempre lo consigue) la sustancia intelectual del códice impreso que llamamos libro con una presentación externa que, en el caso de las encuadernaciones barrocas europeas del siglo XVII, es rutilante y busca con la exuberancia de sus dorados impresionar a los sentidos y conmover el ánimo del espectador. Colocar los libros con la cubierta delantera visible, como aquí vemos, nos habla a las claras de la función expositiva y demostrativa de la encuadernación barroca.
La necesidad de recubrir los libros con una encuadernación o capa protectora viene de la naturaleza: coleópteros, crustáceos, quelonios, dasipódidos son animales que defienden y articulan su organización funcional mediante una coraza. Del mismo modo, la en- cuadernación articula el uso del libro, lo defiende y aisla de su entorno ambiental, como una coraza o una armadura, y trata de relacionar (no siempre lo consigue) la sustancia intelectual del códice impreso que llamamos libro con una presentación externa que, en el caso de las encuadernaciones barrocas europeas del siglo XVII, es rutilante y busca con la exuberancia de sus dorados impresionar a los sentidos y conmover el ánimo del espectador. Colocar los libros con la cubierta delantera visible, como aquí vemos, nos habla a las claras de la función expositiva y demostrativa de la encuadernación barroca.
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